lunes, 30 de julio de 2012

Viento

Se me perdieron las lágrimas. Las dejé por las esquinas, desperdigadas, en un momento de debilidad.
Al principio ignoraba su existencia. Expectantes, en el hueco de mis ojos se mantenían, allá donde se nos nubla el juicio.
 Bastaron unos pocos y pesados despropósitos expuestos con demasiada ligereza. Motivos que sobran cuando ya, por entrar, no entra ni un beso apretado. Un momento de descuido y ¡zas!, entre un "lo que dejamos de hacer" y un " se nos va, traigan el desfibrilador, hagan el favor", se apelotonan todas a una. Se estrujan y apretujan hasta que escapan al contingente de mis pestañas. Se me despeñan mejilla abajo en una loca carrera de final suicida. Unas mueren en mis labios, otras recorren mi pecho. Me encojo, chiquitita y se me empiezan a hundir los pies. Este mar que arrasa con todo, que emborrona los recuerdos, humedece sensaciones y ahoga sentimientos.
No las conté, me parecieron muchísimas, tantas como estrellas en un cielo que desgranamos, como los fotogramas de las películas que reímos, los acordes que desafinamos y los juegos que compartimos.
Y cuando parecía que aquello no tenía final, paró. Se me secaron las humedades, se me filtró el mar.

No fuiste más que viento en mis manos, dentro de mi cabeza, rozando mis labios y susurrante en mis oídos.

1 comentario:

  1. Pues en esas esquinas encontraste nueva seguidora, porque me encantó la entrada

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